lunes, 28 de julio de 2014

LA HISTORIA DE LA CHARRERIA EN MEXICO

La charrería es la práctica de la equitación a la usanza nacional y de las diversas formas de jaripeo. La Charrería es también una de las tradiciones mexicanas más representativas de nuestra cultura; en ella se exalta el valor, la intrepidez y la hombría del charro; el brío y la estampa del caballo, enmarcados en una fiesta de música y color.
Todos los ejercicios charros que se practican en la actualidad tuvieron su origen en el campo, con las tareas de domesticación y crianza de ganado; es decir, se desarrollaron con la ganadería, que requería de la destreza y Valentía del hombre del campo para realizar los trabajos propios de oficio.
Cortes
Es el caballo la criatura más noble, útil y bella, que la naturaleza ha puesto al alcance del hombre. Es la otra mitad del charro. Gracias al caballo existe nuestro charro, el  exponente más típico y genuino de la mexicanidad.
Se cree que el primer antepasado del caballo vivió en tierra americana, hace millones de años, sin haberse podido precisar las causas de su desaparición.
Los actuales caballos de América proceden de España y Portugal principalmente, lo que a su vez, cuentan al árabe entre sus más inmediatos ascendientes.
Veinticinco años después de que los españoles trajeron los primeros caballos a Santo Domingo, en Veracruz ocurre el desembarque de los primeros “dieciséis caballos de Cortes”, simbólico principio de nuestra caballería criolla.
En Nueva España, al consumarse la conquista, se prohíbe a los naturales montar a caballo, vestir las telas de ultramar y servirse de monturas y menesteres españoles.
Caballo_prehis
Los naturales, en su arraigo a la tierra y por la fecunda reproducción de los caballos criollos, se ingenian para perfeccionar sus propios métodos de equitación, formas propias de vestir y crean la artesanía que les proporcione sillas, frenos, espuelas y muchos otros menesteres de la más rica y artística factura.
En sus prácticas vaqueras, los rancheros fueron cultivando poco a poco, singulares facultades para manejar el ganado vacuno y su destreza se manifiesta en verdaderas hazañas de valor, habilidad y precisión.
Con la arriería, por todos los caminos reales y rutas de herradura, fluye el intercambio de usos y costumbres vaquerizas entre la inmensidad rural de nuestra patria.
Así se popularizó los tipos del ranchero, del cuerudo y del chicano y, como su común denominador, surge la arrogante y soberbia figura de los charros.
Noche_triste
Cuando la corona española otorgó concesiones de tierra y tributo a los conquistadores. Estas concesiones, conocidas por el nombre de encomiendas y mercedes(1*), consistían en el otorgamiento de tierras y la consignación de un grupo de indígenas a un español –el encomendado-, quien tenía derecho de recibir tributo y servicio de los indios a cambio de doctrina y protección. Las mercedes de tierra fueron destinadas a al agricultura, ganadería y minería. “a las de tierra se les llamó caballerías o peonadas; a las de ganado, estancia según el personaje y la extensión que se les otorgaba. Así, una estancia de ganado mayor comprendía mil 750 hectáreas; las de ganado menor mil 775 y la caballería de tierra 40 hectáreas de extensión”. (2*)
En pocos años, la introducción inicial de las diversas especies de ganado (en cantidades reducidas por las dificultades de transporte), se transformó en una fabulosa población animal. El lugar de origen de todas las especies europeas introducidas en la Nueva España (como se le llama al México actual) fueron las islas antillas: Cuba, Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico, etc. El ganado caballar fue el primero en hacerse presente. En número escaso al principio, porque cada ejemplar costaba mucho.
El botín que obtuvieron los españoles les permitió aumentar la compra de caballos en aquellas islas.
El caballo se convirtió en un elemento muy útil para la vida de la Colonia:
Era necesario para recorrer las grandes distancias, así como en desempeñar el papel del tributo vinculado a los deberes del encomendero. Al mismo tiempo que el caballo, pasaron a la Nueva España las primeras cabezas de ganado vacuno, porcino y lanar. El auge de la ganadería era palpable a mediados del siglo XVI; tal desarrollo tiene su explicación en la serie de ordenanzas y disposiciones virreinales que favorecieron la organización de la ganadería, así como la abundancia de pastos y tierras dedicadas a esa labor.
Entre las organizaciones creadas para reglamentar la ganadería, encontramos la institución de la mesta, cuyos miembros eran propietarios de estancias y ganados. Es necesario aclarar que, durante esta etapa, la crianza del ganado mayor sólo estaba permitida a los españoles y a los criollos (hijos de españoles nacidos en estas tierras).
Al cabildo de la Ciudad de México le correspondió el haber establecido en 1529 una rudimentaria organización de mesta local. Este organismo dispuso que los dueños de ganados usaran hierros diferentes para marcar a los animales de su propiedad; también se les ordeno que deberían reunirse dos veces por año para que manifestaran los animales ajenos que tenían entre sus rebaños.
“El rodeo, la expresión mas mexicana de la mesta, aparece regulada en dos formas: la principal, desde el día de San Juan en junio hasta mediados de noviembre. Cada estancia debería hacer un rodeo semanal de ganado vacuno y caballar para separar las reses mezcladas; la otra forma más limitada, obligada a cada dueño de estancia de ganado mayor a tener un estanciero español por cada dos mil cabezas, más cuatro negros o indios, dos montados y dos a pie, que harían el mismo rodeo semanal”.(3*)
Estas ocupaciones campiranas no eran fáciles de llevarse a cabo, se necesitaba de arrojo y destreza para realizar los herraderos, tuzaderos o el rodeo, que en esa época sólo tenía como objetivo reunir al ganado.
“Cuando en la Nueva España se extendió el uso de caballos sin distinción de castas, debido a las necesidades y actividades propias del campo surgieron los antecedentes de la Charrería; es decir, cuando se realizaban las faenas de herrar, capar, curar y tuza. Además, la cruza del caballo prosperó con el tiempo por el cuidado de hacendados, rancheros y caporales, lo que permitió que el caballo llegara a ser índice de distinción social”.(4*)
La forma en la que los españoles fueron ocupando la tierra después de la conquista no se ajustó a regulaciones ni control efectivos; se trataba de apropiaciones de echo, algunas veces en zonas que cultivaban y aprovechaban los indígenas. Estos despojos y la acumulación de la tierra por la compra o el arrendamiento dio origen a otra unidad de producción: la hacienda. Durante el siglo XVII, la palabra hacienda significaba haber o riqueza personal, y se fue aplicando para designar una propiedad territorial de importancia. La hacienda paso a hacer la unidad económica por excelencia en Nueva España; se convirtió en un núcleo autosuficiente; atrajo población de pueblos indios y a población dispersa. Esta forma de producción permanece vigente durante los siglos XVII, XVIII Y XIX acrecentando su auge durante el porfiriato (1877-1911).
En la hacienda aparece una especialización del trabajo organizado a partir de oficios y jerarquías. Octavio Chávez, en su obra: La Charrería: tradición mexicana, expone las faenas que el personal de las haciendas realizaba y que en su ocupación dominaron los oficios propios del charro:
“El vaquero era el trabajador más sencillo, rudo y fuerte; usaba sombrero de palma, camisa de nudo, chaqueta de cuero, chaparreras y siempre calzaba espuelas. Su montura era sencilla, llevaba en los tientos el sarape, según la época del año; lo importante e indispensable era la reata, que manejaba con extraordinaria habilidad cuando lazaba, ataba, manganeaba y hacía otras destrezas del oficio(…)
“El caporal era el responsable de todos los animales; bajo sus ordenes estaban los vaqueros(…). Tenía conocimientos Empíricos de veterinaria y auxiliaba a los vaqueros en las faenas. Tanto unos como otros eran diestros jinetes que amasaban y arrendaban a los caballos.
“El amansador.- Algunas haciendas tenían criaderos de caballos; para esta ocupación estaban los amansadores(…)
“El administrador.- Era la persona de mayores conocimientos y tenía a su cuidado todos los aspectos de la hacienda. Era tan buen agricultor como ganadero y también conocedor de las faenas vaquerizas. (…)
“El hacendado.- Los había de dos tipos(…) el que vivía la mayor parte del tiempo en el campo, al cuidado de todo lo relativo a la hacienda, y el otro que vivía en la ciudad y sólo visitaba la finca por cortas temporadas. Los tipos eran charros”. (5*)
De este conglomerado de individuos salieron la mayoría de los contingentes que combatieron en las luchas revolucionarias en busca de la estabilización del país. De esta misma procedencia son los hombres que dieron fama a la charrería y la convirtieron de una labor utilitaria, en el deporte más mexicano.

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